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¿Hasta cuándo?

¿Hasta cuándo?
Atalaya de César Rodríguez Granados
Por: César Rodríguez Granados | Aseguran los entendidos en la materia que, el sitio en donde esté localizada la sede del Gobierno Municipal, se le debe considerar como la sala de recibo de la ciudad, porque allí confluyen las comunidades locales y foráneas en demanda de quienes ejercen la autoridad civil de la administración pública, en demanda de servicios o soluciones a la problemática que sean de su competencia.

Para mayor entendimiento de lo que se ha de tratar más adelante y para comprensión de los célebres, --- léase la 2ª acepción del DRAE --- alcaldes de turno, debemos remitirnos a algunas de las acepciones que de la palabra SALA presenta el Diccionario de la Real Academia Española:

Sala. 
f. Habitación principal de la casa. ||
2. En un edificio público, habitación de grandes dimensiones. Sala de conferencias. ||
3. Edificio o local destinado a fines culturales. Sala de exposiciones || ~ de audiencia.
f. Der. Lugar que, en los edificios judiciales, se destina a la celebración de juicios. || ~ de batalla.
f. En las oficinas de correos, local donde se hace el apartado. || ~ de estar.
f. cuarto de estar. || ~ de fiestas. f. Local de diversión donde se sirven bebidas, dotado generalmente de una pista de baile y en el que, normalmente, se exhibe un espectáculo. || || ~ de operaciones.
f. quirófano. ||

Visto lo anterior, se comprueba que no existe académicamente la expresión: SALA DE ORINAR que es en lo que son transformadas las salas de recibo de los pueblitos pequeños y grandes de nuestra geografía boyacense, cada vez que “los célebres” organizan “sus festividades tradicionales” (?) para impresionar, seguramente a sus electores, sin pensar que sus autocráticas decisiones, desde luego,  causarán detrimento a los intereses propios del comercio establecido en los alrededores de “los magnos espectáculos”, en desarrollo de los cuales, muchos de esos asistentes miccionarán, orinarán o mearán en las zonas verdes, detrás de los postes, en cualquier rincón de edificios públicos y privados.  

Durante muchos días después de finalizadas “las grandes ferias y fiestas”, todo aquél que se acerque al sitio deberá soportar con estoicismo el penetrante olor de los orines asoleados. Los comerciantes comprobarán con sus menguados ingresos el distanciamiento de su clientela, la cual preferirá comprar en lugares menos sucios y fétidos.

A juicio de muchos y no precisamente de los afectados directos que por taparse la boca y la nariz en estos días del año, no pueden opinar, ya es tiempo de expedir una ley que le ponga fin a tan pésima costumbre de convertir “las salas de recibo” de los municipios en “salas de orinar”, concepto gubernamental tan singular como el propio Jefe de la Administración Pública Municipal, a quien no le cabe en la mente la idea de hacer un esfuerzo y adaptar un área para la realización de sus “grandiosos eventos”, lejos de la sala de recibo de los pueblitos de donde sea.

En “Sábados Felices” alguna vez le oímos a un humorista entre sus comparaciones alegres que algo: “era más vulgar que una sala con orinal”… a lo mejor para expresarse de tal manera, existe la probabilidad de que el humorista haya estado en Sogamoso pocos días después de las “grandes festividades…tradicionales”. Dios mío, ¿hasta cuándo?

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