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Despierta Sogamoso, despierta (II)

Despierta Sogamoso, despierta (II)
Atalaya de César Rodríguez Granados
Por: César Rodríguez G. | La llegada del hombre a la luna el 20 de julio de 1969 y pocos meses después la expiración del Frente  Nacional, tomados como referentes históricos pueden  señalar el punto de partida de un proceso  de inadecuada politización de la comunidad sogamoseña, tras haber sido víctima de la violencia “chulavita” entre 1946 y 1953 y más tarde la generada por la dictadura de Rojas Pinilla hasta 1958, esta última menos virulenta que la primera, en lo tocante al solar sogamoseño.

La situación sociopolítica se hizo densa y compleja, la armonía partidista reinante durante el transcurso del Frente Nacional, (FN), como producto de la alternación de los partidos en el poder y la aplicación de la paridad, figura consistente en la milimétrica igualdad de participación de los dos partidos en los cargos oficiales del Estado. En el campo electoral al desaparecer el FN se avivaron las pasiones partidistas de anapistas, conservadores y liberales; las amistades personales comenzaron a diluirse y a tomar distancia frente a las propuestas o las posiciones políticas y mucho más si eran electorales. Los inconformes con las tradicionales toldas liberales y conservadoras, se mimetizaron de anapistas.

Sogamoso, no fue la excepción a ese ambiente enrarecido que para infortunio del pueblo colombiano está vigente y aderezado por las presiones ilegales de guerrilleros y paras.  El sentido de pertenencia por Sogamoso perdió terreno a ojos vista, el mayor interés debía reflejarse individual y colectivamente en  los programas de gobierno de concejales, diputados y congresistas propuestos durante sus campañas y olvidados en el ejercicio de sus respectivas dignidades. Los gobernadores debían someterse al querer del Presidente de turno y para no fisurar la línea de mando, o, dicho de otra manera los intereses politiqueros, pues, otro tanto debían hacer los alcaldes, quienes eran funcionarios de libre nombramiento y remoción.

A partir de entonces, la admirada unidad sogamoseña empezó a mostrar vacíos profundos y actitudes irreconciliables entre  quienes se auto-proclamaban los nuevos dueños de la verdad, del poder y de la decencia.

Indecente en términos de la politiquería, en su versión más nueva, era quien no contribuía con su voto a la elección de los candidatos de los flamantes gamonales departamentales, regionales y municipales. Dios libre a Colombia de una ley que permita la reelección de gobernadores y alcaldes, porque estaríamos caminando hacia el abismo de la violencia política en campos y ciudades, para imponer con el poder del Estado a los candidatos de los gobiernos de turno.

Sogamoso, gravemente enferme por culpa de la politiquería y por miedo cada quien de ofender al de más arriba, está plagada de sinecuras y de personajes que no tienen ningún interés en defender los intereses públicos de la ciudad, esos intereses representados en instituciones y empresas del sector público y del privado.

Los señores congresistas, diputados y concejales seguramente, a estas horas ya, deben estar muy ocupados preparando en  sus discursos todas las soluciones a los problemas que no quisieron o no fueron capaces  de materializar en el período constitucional respectivo. Todo se ha ido en  peleas contra el Gobierno Nacional, también el Departamental y en algunos casos que son contados contra el ente municipal. Las mayorías que no debaten ni asumen posiciones de defensa de sus electores, adoptan una conducta de ausentismo frente a las reclamaciones y exigencias, porque deben cuidar sus fortines burocráticos, sin importar mucho el bien común. 

Es bueno hacerte respetar, pero es malo cuando llega el momento de contar cuántas obras bien hiciste.

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