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Los ecos del inicio de un proceso de paz

Los ecos del inicio de un proceso de paz - César Rodríguez - Nelson Alarcón
Rojas Pinilla - Los ecos del inicio de un proceso de paz
La violencia partidista, que se generó tras la muerte de Jorge Eliécer Gaitán, generó una guerra civil nunca reconocida que apenas se empezó a sofocar cinco años después del magnicidio del líder liberal.

Fue durante el gobierno de Gustavo Rojas Pinilla que se logró poner de acuerdo a las guerrillas liberales de dejar las armas y acogerse a un proceso de paz. En agosto de 1953 Rojas Pinilla presentó en Sogamoso la que sería su “afirmación de la era de paz” con la que se dio inicio al proceso que de un acuerdo de paz que se protocolizó un mes después en Tauramena, Casanare.

Rojas Pinilla en Sogamoso
Por: César Rodríguez Granados | “La primera noticia oficial confirmada de la visita a Sogamoso  del “Excelentísimo señor  Presidente de la República de Colombia Teniente General Gustavo Rojas Pinilla”, nos la proporcionó a los estudiantes de 5° de primaria del Gimnasio Sogamoso, el profesor Carlos Mogollón, quien señaló que: “el Primer Mandatario debe de llegar antes de las diez de la mañana del próximo sábado 8 de agosto”.

Y mientras parecía fulminarnos con la mirada, nos espetó: “Ustedes como alumnos de último año, deberán dar ejemplo de buen comportamiento a sus condiscípulos en los actos públicos del sábado próximo. Nada de “echar abajos a los godos ni a los chulavitas”…Recuerden que el lema del nuevo Gobierno Nacional es: “Paz, Justicia y Libertad” y por lo tanto hay que confiar en que no habrá más persecuciones políticas en Sogamoso ni en Casanare. La asistencia es obligatoria al recibimiento en el Parque Principal y espero que en la próxima clase de Cívica del martes”, les queda como tarea entregar un resumen de lo que verán durante tal acontecimiento”.

Tal vez, no en los mismos términos del trabajo estudiantil entregado al ilustre maestro de las juventudes sogamoseñas y casanareñas, don Carlos Mogollón Becerra (q.e.p.d..), extraemos el recuerdo de lo ocurrido en esa ocasión:

El 8 de agosto de 1953, al momento de la llegada del  personaje una multitud de fervorosos partidarios colmaba el Parque principal. Partidarios, en esos momentos eran todos los colombianos y, particularmente, en las provincias del Centro, Sugamuxi y Casanare las familias liberales, víctimas de violencia partidista que nació por iniciativa de la “godarria” instaurada en el Gobierno Nacional y luego la de las guerrillas liberales para defender el derecho a la vida y cobrar venganza por sus sufrimientos.
Por tierra desde Bogotá se desplazó a Sogamoso   “el Excelentísimo señor  Presidente de la República de Colombia Teniente General Gustavo Rojas Pinilla”, ----en estos términos protocolarios era obligatorio referirse públicamente o en cualquier escrito dirigido al Primer Mandatario colombiano ----.
La concurrencia ciudadana había comenzado al amanecer desde las veredas más apartadas y después del desayuno desde los barrios más distantes del centro comercial. Los de la Provincia de Sugamuxi con un día de anticipación se hospedaron en la “Roma de los Chibchas”, y, los casanareños lo habían hecho desde años atrás, cuando las persecuciones de la fuerza pública en su tierra, los obligaron a abandonar sus hatos y fundaciones y a varios de sus seres queridos dejarlos sepultados de cualquier manera, al caer víctimas de las balas oficiales. 

A pie y uno que otro jinete, lo que horas después sería una muchedumbre, ingresan sin afán, por las cuatro esquinas de la plaza principal sede del gobierno municipal, -- actualmente Plaza de La Villa --- la alegría se nota en los rostros curtidos de los mayores de edad y en las sonrisas radiantes entre los más jóvenes.

En la generalidad de los casos, lucen ataviados al estilo dominical, además, escudos metálicos con la efigie presidencial  a todo color se aferran a las solapas de los vestidos de paño y al pecho de las camisas de los menos pudientes, las cintas rojas y tricolores adornan los sombreros campesinos.
Sogamoseños y forasteros sin distingos han comprado, sin pedir rebaja, los banderines tricolores de variado tamaño que exhiben dentro de un círculo central  el retrato impreso a todo color de un sonriente Teniente General Rojas Pinilla.

Los vendedores ambulantes procedentes de Bogotá, con toda su parafernalia rojaspinillista, establecieron sus puestos de venta en lugares estratégicos, con días de anticipación al arribo presidencial. Este comercio errante, tan pronto como el Palacio de San Carlos anuncia la visita presidencial a cualquier lugar de la geografía nacional, se traslada e inicia la campaña publicitaria sobre el flamante Primer Magistrado de la Nación.

A medida que se acerca la hora de llegada de Rojas Pinilla, se acrecienta el murmullo gigantesco de la plaza principal de la Ciudad del Sol. Al entrar en confianza unos y otros, persuadidos de vivir un momento histórico diferente, que no serán atropellados por la fuerza pública por expresar sus sentimientos personales públicamente, voces masculinas y femeninas se turnan con voz potente para aclamar con vítores al Jefe del Estado, quien 56 días antes ha asumido la Presidencia de la República al derrocar al titular Laureano Gómez  el 13 de junio de 1953.

La muchachada, ---- por aquello de Carreño ----,  les cede los puestos de privilegio a sus mayores sin rechistar. Poco antes de las once de la mañana, precedido de un desfile de jinetes, de automotores oficiales hizo su arribo el Teniente General Gustavo Rojas Pinilla. Un mar de banderines tricolores y pañuelos blancos agitados en lo alto por la multitud, saludaron al ilustre visitante mientras el estallido de “los voladores” atronaba el ámbito local vestido de fiesta y presidido por su Alcalde Municipal, Mayor (r) Alfonso Ochoa Combariza.

El Presidente, vestido de uniforme y con la gorra militar puesta, se ve mucho más joven de lo que parece en las fotografías oficiales. El primero en presentarse en el balcón esquinero del segundo piso de la casa de don Antonio Lara es el Presidente, con una amplia sonrisa y los brazos en alto para corresponder al rugido de entusiasmo que se elevó de entre la multitud. A continuación, lo hizo su esposa doña Carola Correa de Rojas, una dama joven, un militar y un par de señores que seguramente son sus ministros.
 
El registro de la visita de Rojas Pinilla a Sogamoso
El semanario sogamoseño “Acción Cívica”, en su edición dominical número 220 del 9 de agosto de 1953, dio cuenta de la visita presidencial a Sogamoso del Teniente General Gustavo Rojas Pinilla, en los siguientes términos:

“Extraordinaria, sensacional y emocionante hasta lo indecible resultó la recepción que la ciudadanía sogamoseña, tributó al Sr. Presidente de la República Teniente General Gustavo Rojas Pinilla. Sogamoso vivió en el día de ayer una de sus más bellas jornadas. El pueblo estuvo presente con plena conciencia de lo que hacía y ovacionó con todas las fuerzas de su alma a quien devolvió a Colombia la libertad, la justicia y la paz”.

“Desde las primeras horas el alegre ruido de los cascos de los caballos, que iban y venían, despertaron a los sogamoseños que habían de levantarse temprano para salir al encuentro del Jefe del Estado. A las 6 a.m. ya se cruzaban en todas direcciones, ciclistas, jinetes, vehículos y peatones preparándose para la marcha. A las 7 a.m. ya estaban en orden cientos de unos y otros, los que en compañía de inmenso gentío se dirigieron por la carretera central al encuentro del Presidente”.

“Este llegó a la ciudad a las 9 y media, en medio de aclamaciones ensordecedoras y escoltado por los jinetes, los que en su mayoría vestían a la usanza llanera. Estos le obsequiaron con una lujosa silla sogamoseña, con la que habían aperado un hermoso caballo para que sobre él hiciera su entrada triunfal a la ciudad. La gran plaza central, engalanada con el tricolor nacional, con vistosos gallardetes, con carteles de bienvenida y con afiches simbólicos, se encontraba totalmente colmada de gentes (sic). De los balcones se desgranaban claveles rojos al paso del Primer Mandatario”.

“Cuando el Sr. Presidente acompañado de su esposa señora Carola Correa de Rojas, de su señorita hija María Eugenia y de los miembros de su comitiva, asomó a los balcones de la casa de la señorita Lilia Lara Escobar escogida para el efecto, el inmenso recinto se blanqueó de pañuelos que se agitaban frenéticos, entre un vocerío atronador de ovaciones. Las bandas de música ejecutaron entonces el Himno Nacional y las bandas de guerra le rindieron honores. Un grupo de aviones y un helicóptero maniobraron sobre la ciudad, mientras la artillería saludaba con 21 salvas de cañón”.

“Terminadas éstas, inició su discurso el señor Teniente Coronel Alfonso Ahumada, quien saludó al Primer Mandatario a nombre de las Fuerzas Armadas de Boyacá y quien esbozó un magnífico programa de acción boyacense y llanera. Habló luego el doctor Manuel Abella Chaparro, quien le presentó al Jefe del Estado la bienvenida a nombre de la ciudadanía sogamoseña. Contestó a estos discursos el Sr. Presidente en densa oración de elevado contenido patriótico, que a cada momento fue interrumpida por calurosos aplausos y resonantes vivas”.

“Concluidos los discursos desfilaron los ciclistas y jinetes por enfrente al Sr. Presidente, siendo visible la emoción de éste al paso de los llaneros que lo vivaban entusiasmados. Luego se sirvió una copa de champaña y le fue entregado al Primer Mandatario un artístico pergamino con cerca de un millar de firmas de sogamoseños representativos. En seguida partió para Belencito con el objeto de visitar las instalaciones de la Siderúrgica y en donde le fue servido un elegante picnic. En las últimas horas de la tarde salió en avión el Jefe del Estado para Bogotá, dejando en la ciudad la imborrable y gratísima impresión de su primera visita como Presidente de Colombia”.

Manuel Abella Chaparro recibió a Rojas Pinilla
El ex Alcalde de Sogamoso y ex Rector del Colegio de Sugamuxi, doctor  Manuel Abella Chaparro en nombre de la sociedad, con la aquiescencia del Alcalde de Sogamoso Mayor (r)  Alfonso Ochoa Combariza, se sumó a la bienvenida al Presidente de la República, consignada en una brillante pieza oratoria titulada: “Al General  Rojas Pinilla”:

“Excelentísimo señor”:
Corresponde hoy a Sogamoso abriros sus puertas, y, más que pesados portalones de goznes rechinantes, os abre de par en par las puertas de su corazón. ¿No sentís, acaso, cómo palpita de gozo el corazón de esta ciudad, que así, sobre el claustro de los triunfadores no recibe sino a muy pocos elegidos, tan sólo a los que llegan ceñidas las sienes con gajos de laurel, trayendo cadenas rotas como trofeos de victoria? Así recibió Sogamoso al propio Libertador de América en la mañana del 22 de julio de 1819”.

“Bastiones espirituales de la Patria, -– Bogotá,, Cúcuta, Cali, Girardot y ayer nomás la maternal e hidalga Tunja ---, os han rendido férvido tributo de admiración y gratitud. Vuestra entrada de hoy a Sogamoso reviste, empero, una categoría más alta y un simbolismo más excelso”.

Gloriase la antigua Sugamuxi de haber sido la cuna o núcleo inicial de la nacionalidad colombiana. En torno a su templo del Sol creció el imperio de Nemqueteba y de Idakansas, próceres de América. Pero los cascos de los caballos de Quesada fueron osados, una tarde de agosto de 1537, a hollar la muralla de pechos nervudos y pujantes que se había cerrado en torno del Santuario. Nuestra heroica tradición, nuestra libertad, nuestro derecho, --simbolizados en ese templo augusto ---, trocáronse entonces en volcánica llamarada, que se apagó en los espacios, iluminó para siempre nuestra conciencia de hombres libres”.

“Es preciso, Excelentísimo señor, henchir de historia legendaria estos instintos jubilosos, porque ya vos habéis entrado con paso firme y pie derecho en los propios recintos de la Historia. A donde quiera que os dirijáis, los Genios de la Raza os hablan en su mudo lenguaje. Ungidos están estos lugares de la majestad de su recuerdo. Ayer oficiabais en el Altar de Boyacá y hoy llegáis a la propia entraña de la nacionalidad, a la Villa del Sol que os aclama en forma semejante a como el antiguo Cuzco, ---- otra ciudad indiana bajo el signo solar ---, recibiera en el curso de la epopeya bolivariana al campeón de América, cuando éste le ofrendara las rotas cadenas de la servidumbre, despedazadas por sus propias manos”.

“Alejandro, El Magno,  se llegó un día al templo del Sol en Heliópolis y los sacerdotes que fueron a su encuentro proclamaron su arribo como augurio de una era feliz y promisoria. Tal lo proclamamos también nosotros, Excelentísimo señor, ahora que vuestra presencia en esta plaza es realidad tangible y milagrosa. Este nuestro Sol, el Sol  de Colombia, que es el mismo claro Sol de América, preside nuestro destino histórico. No ha de extrañarnos, pues,  que nuestra tierra boyacense sea la hija predilecta de la Gloria. Cuando la grandeza o el destino de Colombia lo reclaman, dijéranse que amorosa terquedad la Gloria lo mismo nos señala como campo a los hechos más egregios, que preside eel nacimiento de nuestros hombres claves”.

“La grandeza delos pueblos, Excelentísimo señor, nunca debiera declinar. Si un día fuimos grandes y respetados, tenemos derecho y obligación de serlo siempre. Las profundas crisis, las grandes caídas abismales, como ésta de la que vuestra mano salvadora nos está levantando, deben traer por fuerza una reacción contraria de superación nacional”.

“El sentimiento de desilusión y pesimismo que invadió nuestros ánimos, ante el espectáculo de una Patria anarquizada y envilecida, debe ceder al optimismo y la esperanza en el radioso destino de Colombia la Grande. Por eso nos subyuga espiritualmente vuestra decisión de ser fiel al espíritu bolivariano en cuanto éste concibió la dimensión exacta de la grandeza y destino de Colombia en el concierto de los pueblos del mundo”.

“El Genio de Bolívar no sólo nos pide admiración sino imitación y, ¿por qué no decirlo?, superación, si posible nos fuere. Bajo vuestra inspiración y vuestro ejemplo, Excelentísimo señor, habremos de hacer realidad los sueños del Padre de la Patria”.

“”Y esto precisamente es lo que quiere deciros Sogamoso: que contéis con él para el logro de este ideal de superación, que contéis con este nuestro pueblo que nunca ha estado corto ni esquivo, cuando de la grandeza de Colombia se trata y que siempre, sin medir el dolor ni el sacrificio, se ha hecho presente en las grandes acciones nacionales. Este pueblo generoso y corajudo, domeñador bizarro de las pampas, quiere seguiros a donde quiera que vayáis no importa cuán largo y difícil sea el camino”.

“Y os sigue porque ha creído en vuestra palabra, --- palabra de militar escrita sobre el ara de la Patria con sangre de vuestro espíritu ---, y porque la limpia hoja de vuestra espada fulgura con reflejo inmortal al bañarla con sus rayos gloriosos éste nuestro Sol, el Sol de Colombia, que es el mismo claro Sol de América”.  (Colaboración del historiador Alberto Coy Montaña).

El discurso de Rojas Pinilla en Sogamoso
“Señor Coronel Comandante de la Brigada y soldados de la Primera Brigada, señor doctor Abella Chaparro y pueblo de Sogamoso; hombres y mujeres de mi Departamento”:

“Es singularmente grato para el Primer Mandatario visitar esta sección de Boyacá, pletórica de recuerdos, madura de hechos históricos y que constituye la mejor promesa para su engrandecimiento y prosperidad”.

“La entusiasta y poderosa demostración de respaldo que me ofrecéis, en estos momentos, vigoriza mi voluntad para no desfallecer en la empresa de asegurar una Patria amable y generosa para todos sus hijos”.
“Ya era tiempo de que se apagaran los rencores, se estancara la sangre inútilmente derramada, de que la reflexión serenara las ambiciones y la razón hiciera comprender que la fraternidad y el trabajo honrado, producen mejores frutos que el inmisericorde sacrificio de vidas inocentes”.

“El desamparo de la familia, las interminables vigilias para arrojarle víctimas a la sorpresa y los padecimientos que despiadadamente atormentaron el cuerpo, nunca dieron el fruto prometido por la pasión insana. Es preferible cumplir las leyes Divinas y humanas, que indican el respeto a la autoridad y le dan valor permanente a la vida de nuestros semejantes”.

“Estas comarcas de promisión, atormentadas por las inclemencias de la pasión política y teatros de las más terribles tragedias, deberán permanecer en constante vigilancia y trabajar sin descanso al lado del Gobierno, para que la pacificación de los espíritus y el olvido de las venganzas sean las bases esenciales para la sincera reconciliación nacional, tanto más anhelada cuanto mayores fueron los sufrimientos y angustias que produjo el olvido de los eternos principios de amor y caridad”.

“Tal vez ninguna región de la República, ha sido más azotada que Boyacá por el huracán de la incomprensión sectaria, de cuyo paso quedan testimonios dolorosos y ruinas que proclaman la necesidad de rectificar los caminos equivocados por donde ha venido transitando. Y son estas circunstancias de amargura y desolación, las que justifican aquí, más que en cualquiera otra parcela de Colombia, el imperio de este nuevo orden en que estamos comprometidos quienes resolvimos escuchar el clamor de justicia que resonaba por todos los ámbitos de la Nación, y no descansar hasta que volviera a sus antiguos  y ejemplares cauces de genuina democracia cristiana”.

“Quien advierta la riqueza de estas regiones, la variedad de sus climas, el valor no imaginado de sus reservas minerales, la fertilidad de sus tierras aparentes para todos sus cultivos, no podrá menos de sorprenderse ante la desidia con que han sido aprovechados estos dones de la Naturaleza y ante la despreocupación con que han sido dilapidadas las energías de su pueblo llamado a ocupar sitio del mayor relieve en la dirección de la vida colombiana”.

“No quiero entrar en el análisis de las causas de variada índole que han retardado la realización del destino histórico de Boyacá, porque este vasto movimiento en favor de la paz y del progreso común, que el país está respaldando con entusiasmo y confianza, sólo mira al pasado para remover los obstáculos y vencer los errores que nos pusieron al borde de la disolución”.

“Es una empresa que se afirma en el presente, para llamar a todos los ciudadanos de buena voluntad a dar la batalla de la fe por la justicia; que se afianza sobre el porvenir en un acto de fidelidad  a los próceres y se robustece en el pensamiento católico que ha modelado la fisonomía espiritual de la República y en las auténticas tradiciones nacionales, que no pueden ser desvirtuadas por el desenfreno partidista o por las ambiciones personales”.

“Esta reconstrucción de Colombia, como la soñaron los Libertadores y como la tallaron sus más calificados conductores militares y civiles, y que de nuevo proclamo desde este solar de la grandeza histórica, en el que se escuchan todavía el estrépito de los jinetes que dominaron la cumbre y la llanura, no busca únicamente el imperio de la concordia entre los ciudadanos, el desarme de los espíritus para restaurar la mutua confianza entre los asociados y el predominio de la ley para poner coto a los abusos y a las demasías, sino que debe constituir una verdadera revolución en nuestras costumbres administrativas y políticas”.

“Ella se encamina a devolverle a la función de gobernar, el sentido de una misión para el servicio abnegado de la comunidad, para despertar las dormidas energías nacionales y lograr el creciente mejoramiento de las condiciones de vida de los colombianos; para hacer de la justicia social fórmula fecunda que reconcilie a las clases y armonice los intereses del capital y del trabajo, para llevar la educación pública a todos los sectores del país, y, de modo preferente, a los grupos populares y campesinos; para aprovechar los beneficios de la higiene al vencer las endemias del trópico y darle la garantía de una raza sana y alegre, para transformar por obra de la técnica en emporios de riquezas a zonas que aún esperan el llamado de la civilización”.

“Boyacá, siempre está presente en los hechos notables de la vida nacional y con vocación de sacrificio y un cálculo sin desmayos pone sus mejores intereses para el bienestar de todos. Nunca ha sido esquiva a las urgencias que reclaman esfuerzo o fatiga, porque entiende que la Patria tiene su puesto en la Historia y se engrandece con el concurso desinteresado y noble de espíritus generosos y constantes”.
“Es necesario capacitar a Boyacá, para que vuelvan los hijos que tuvieron que emigrar de su tierra en busca de horizontes más propicios”.

“A la Empresa Siderúrgica Nacional de Paz del Río, le daremos la electricidad que necesite para el firme desarrollo de sus industrias básicas y complementarias y para que el pueblo pueda disfrutar de los adelantos de la cultura y de la ciencia”.

“El Instituto de Colonización e Inmigración transformará estas tierras feraces, para que cada boyacense tenga casa y plantíos alegres, donde prolifere al amparo de Dios sana y radiante la familia campesina, que es la reserva más valiosa de los pueblos grandes y prósperos”.    

“Recojamos las enseñanzas de nuestros antepasados, para que nuestro Departamento hoy y mañana símbolo de redención y en todos los tiempos refugio de la libertad, sea el primero no sólo en los heroicos sacrificios sino también en el progreso industrial y agrícola, y quede redimido del atraso en que estaba por la indiferencia de quienes no vieron sus tesoros y grandes posibilidades para la defensa y el porvenir de Colombia”.

“Hagamos un Boyacá económicamente libre, baluarte perenne de la dignidad nacional, refugio de nuestras mejores tradiciones, manantial de concordia, de paz y de trabajo y ejemplo permanente de patriotismo y virtudes ciudadanas”.

“Os invito, boyacenses de todos los partidos y clases sociales, a no desmayar en la enaltecedora campaña de confraternidad en que tan sinceramente está empeñado el Gobierno, para que unidos como en los tiempos gloriosos del Pantano de Vargas y Puente de Boyacá, podamos recoger los frutos de haber apreciado a tiempo los beneficios de la sincera convivencia política que al dignificar la pasión partidista enarboló el mejor emblema de redención nacional”. 

También Rojas Pinilla en Tunja
El General estuvo también en la capital boyacense donde reflexionó sobre el mismo tema que después ratificaría en Sogamoso.

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Créditos:
Investigación: - César Rodríguez Granados - Nelson Alarcón
Colaboración: - Alberto Coy Montaña

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